Ni las reclamaciones interpuestas en el servicio de Atención al Paciente del propio hospital han servido de ayuda. Un paciente de 75 años, natural de Xinzo, lleva casi dos años aguardando para ser diagnosticado de la dolencia ocular que padece sin haber obtenido, hasta el momento, respuestas por parte ni de la propia consulta de oftalmología ni de la oficina de Atención al Paciente, en la que presentó oportunas reclamaciones.
J. V., de 75 años, comenzó a perder visión periférica, aquella que nos permite localizar los objetos que están a nuestro alrededor. Además, sufría algún que otro episodio de jaquecas de manera regular. Fue entonces cuando su médica de cabecera, en el ambulatorio limiano, urgió una consulta en la especialidad de Oftalmología del Hospital de Verín. Esa cita llegó el pasado 12 de abril de 2022. El galeno solicitó una prueba diagnóstica: una campimetría.
La campimetría es una de las pruebas diagnósticas más importantes en oftalmología. Sirve para detectar problemas o alteraciones en el campo visual del paciente.
El campo visual es todo lo que el ojo puede ver, tanto lo que está delante de él (visión central) como lo que se encuentra a los lados sin la necesidad de girar la cabeza (visión periférica). La visión central siempre es más nítida y permite ver más detalles que la periférica, aunque ambas son esenciales para poder manejarse con normalidad.
La campimetría permite detectar patologías como el glaucoma -una de las principales sospechas de su doctora de Atención Primaria-, otras enfermedades que también afectan al nervio óptico, como las drusas papilares, la neuritis óptica (inflamación) o aquellas producidas por un traumatismo. Pero también está indicada para determinar enfermedades vasculares de la retina (trombosis venosas o retinianas) e, incluso, tumores cerebrales.
Esa prueba, de especial importancia para el diagnóstico de este paciente, se realizó el pasado 24 de octubre de 2022, seis meses después de la primera de las consultas del especialista. Y, a día de hoy, 7 de junio de 2024, casi dos años después, J. F. no ha recibido llamada alguna por parte del centro hospitalario y, para más inri, ni la prueba diagnóstica llegó a ser debidamente informada y trasladada para la posterior citación con el médico especialista que acabaría determinando la dolencia de este vecino de Xinzo de Limia.
El sentido común y varios especialistas consultados señalan que esa prueba diagnóstica ya no será relevante para el oftalmólogo: "¿Qué profesional se atreve a diagnosticar a un paciente con una prueba con dos años de antigüedad?"
"Terei que acabar indo a un médico de pago, porque cada vez vexo peor, as dores de cabeza son máis constantes e non teño solución. Ata a miña médica de cabeceira está desesperada. Xa me dixo que se vía que isto ía a máis, que fose por Urxencias. É lamentable que se coide tan pouco a saúde da xente, e sobre todo dos que xa estamos xubilados e contribuímos co noso suor a crear un sistema público de sanidade e pensións que agora non funciona como debería", afirma el paciente.
Un asesor de Verín en el Gabinete del conselleiro
Esta circunstancia se da en un centro hospitalario, el de Verín, que sistemáticamente ha sufrido los envites de los diferentes gestores de la sanidad pública gallega, que no han conseguido mantener estable el cuadro de personal anunciando a bombo y platillo a mediados de los 1990, cuando se vendió como uno de los logros del difunto Fraga Iribarne, quien inauguró, el 21 de enero de 1994, el segundo hospital comarcal de la provincia siendo Romay Beccaría conselleiro de Sanidade.
Esa inauguración dio un buen espaldarazo a la candidatura de Juan Manuel Jiménez Morán para hacerse, un año después, con la alcaldía de Verín. Hoy, su hijo Iván Jiménez, ocupa cargo de asesor del conselleiro de Sanidade, Gómez Caamaño. Ya lo había sido de Comesaña y, posteriormente, de la fugaz titular de Emprego, la ourensana Elena Rivo.